top of page
  • Facebook
  • Instagram
  • Spotify
  • Newsletter
BG_Blog_Interior.png

¿Por qué no me atrevía a sentir?

¿No te pasa que de pronto sientes mucho? ¿Esas emociones hacen que todo te lo tomes personal? ¿Y de pronto te sientes en esta montaña rusa y fuera de balance?

Desde que era chiquita, me di cuenta que sentía demasiado y eso me hacía sentir que el mundo era muy agresivo, buscaba siempre mi zona segura, ya fuera en una dependencia muy fuerte a mis papás, después a la comida (la llamada“comfort food”) y aún así me sentía muy desprotegida y en amenaza. Conforme iban pasando los años fui encontrando otras cosas que me hacían sentir segura como: parejas, cigarro, etc.

Obviamente todo era una seguridad imaginaria porque momentáneamente me hacía sentir resguardada, pero en realidad no dejaba de sentir (eso sí, era un poco más llevadero). Me di cuenta que tenía menos control ya que dependía de cosas externas para estar bien.

Después vino mi pequeña chispa de despertar y empecé a buscar afuera que era lo que me estaba pasando y porque sentía tan fuerte ¡todo!

Cuando me di cuenta que mis emociones estaban atadas al exterior y me traían dando de topes por todos lados, comencé a poner barreras súper altas, así como corazas que hoy me doy cuenta que no me hacían dejar de sentir, pero me funcionaban como mecanismos de defensa. Me empecé a dar cuenta de mi forma de ser agresiva, así como de una capa muy fuerte que creé para protegerme, sin embargo me volví a dar cuenta que por ahí no era.

Me empecé a aislar y mucha gente me decía que porqué estaba enojada o porqué era tan agresiva, claramente era porque estaba en modo defensivo todo el tiempo porque no quería que me lastimaran más.

También el llorar me daba pena, siempre trataba de aparentar que era muy fuerte y que nada me dolía o me conmovía. ¡Eso sí! Cuando había una experiencia de felicidad, toda esa carga emocional salía y era una euforia desproporcionada.

Hasta hace poco algo se movió en mí y comencé con una terapia que me cambió la vida. Erika León (quien tendremos el honor de platicar con ella próximamente en nuestro PODCAST y con algunos artículos en el sitio) me enseñó que las emociones son herramientas para transitar en este plano y que son parte de la configuración de este cuerpo al bajar a la tierra.

No hay por qué tenerles miedo ni rechazarlas, que todas SON y punto. La tristeza es un indicador de que un ciclo termina y comienza uno nuevo, que es súper importante llorar porque limpia el alma y depura emociones, que no debe de darte pena; que el enojo es para poner límites, que la ansiedad es otra emoción que te está enseñando que no estás en el presente y que ese escenario que te estás imaginando, que te da miedo, no existe, es FUTURO. Que el miedo es para protegerte, pero tiene que ser medido. 

Hice un ejercicio con ella de volver a vivir esas experiencias que me generan estas emociones para que me diera cuenta que hoy a mis 42 años, ya no es lo mismo que cuando se impregnaron en MI en la infancia. Por ahí dicen muchos libros que estas experiencias emocionales te marcan de los 0 a 12 años y que ellas te darán la pauta por el resto de tu vida. Y sí, me he ido con cada una viviéndolas y sintiéndolas una y otra vez y poco a poco se han ido disolviendo al grado en que ya no son tan agresivas.

Es como si un día cuando eras chiquit@ cruzaste una calle en donde te pasó algo y ya nunca más la quieres volver a cruzar porque te quedo esa memoria o bioshock, pero si HOY, la vuelves a cruzar, te das cuenta de que esa experiencia ya pasó y que no hay ningún peligro, sobre todo que eso que viviste, fue una experiencia que aunque la vuelvas a pasar no quiere decir que va a pasar lo mismo. Esa experiencia fue única e irrepetible.

Claro que todas estas te traen muchísimas enseñanzas para que tu camino sea más fácil y te da mayor consciencia para no volverlo a pasar, por eso hay que estar con los ojos bien abiertos para reconocer y abrazar los patrones que traemos y no volver a caer en los mismos.

Hoy, después de varios ejercicios y de atreverme a identificar, sentir, darle espacio y tiempo a las emociones principales (sin negarlas o anestesiarlas y que de eso hablaremos más adelante) me doy cuenta que efectivamente son mi brújula y las que me hacen ser YO, que no es tan grave sentirlas, que están muy tabuizadas y que todos las tenemos.

Es importante aprender a leerlas, preguntarte si son tuyas o de alguien más o que es lo que la otra persona está transmitiendo qué te está disparando esa emoción que está ligada a una herida de vida y echarte un clavado para sanarla, si es el caso, o a devolverla también.

Cuando dejas de tomarte las cosas de manera personal o asumes tu responsabilidad, te das cuenta de que las emociones son solamente indicadores, guías y que no podemos vivir sin ellas, que son parte de tu configuración en este plano y sobre todo son las que te hacen sentirte viv@ y disfrutar esta experiencia en la tierra.

Por lo que te recomiendo, aprender a identificarlas, atreverte a sentirlas, abrazarlas, agradecerles y confrontarlas limpiamente para que se vuelvan tus aliadas y puedas tener relaciones mucho más sanas con todas las personas y escenarios en los que estés.

No te pierdas el próximo miércoles nuestro PODCAST, en tu canal preferido, en donde platicaremos con Tatiana Zondowicz, creadora de @SOYMUJERGRANDIOSA para hablar de las emociones en el cuerpo a través de “La Danza Tántrica”.

Espero que esto que les cuento como experiencia de vida, les sirva para que se sientan más en balance y transiten una vida más divertida y sana emocionalmente.

Comments


bottom of page