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La resiliencia y la fuerza de la unión: tal es el secreto de la humanidad

Actualizado: 10 oct 2024


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La resiliencia es hoy, más que nunca, una capacidad indispensable.

La humanidad ha experimentado una crisis sin precedentes. De pronto la vida, la antigua normalidad, nuestra forma de relacionarnos, ha cambiado totalmente.

A partir de una emoción negativa, como el miedo, hemos experimentado mayor consciencia. Las necesidades se han replanteado y ahora más que nunca nuestra unión como humanidad determinará nuestro futuro como especie para salir fortalecidos, con mayor consciencia y sabiduría.

Según Boris Cyrulnik, la resiliencia es la capacidad de iniciar un nuevo desarrollo después de un trauma.

Una persona resiliente puede ir adquiriendo esta capacidad desde el nacimiento y después a lo largo de la vida al ir enfrentando obstáculos, superando eventos adversos y sobreponiéndose a ellos, adquiriendo aprendizaje y crecimiento personal.

La resiliencia es una característica que ciertamente depende de cada persona, pero mucho también de su entorno y de su red de apoyo tanto antes como después del trauma.

Superar una crisis requiere de tiempo. El proceso de sanación y nuevo desarrollo tiene altibajos, dado que es un proceso profundamente humano debe ser natural, pues atiende los aspectos más íntimos de nuestra capacidad de reacción.

La resiliencia transforma el dolor

No somos lo que logramos, sino aquello que superamos. Todos los seres humanos hemos sentido dolor, pero no todos sentimos y transformamos el dolor por igual.

La manera en la que convertimos el dolor se determina por nuestro desarrollo temprano, nuestras experiencias y nuestro entorno.

Existe también una importante diferencia entre el trauma vivido y la representación del trauma. Las personas resilientes son aquellas que han logrado reflexionar y representar el trauma de una manera más real.

En este sentido, la negación del trauma, lo que da la sensación de protección, en realidad obstaculiza la resiliencia.

Por ello, es necesario afrontar el problema, platicarlo y reflexionarlo para entrar al proceso de sanación.

El acompañamiento, el apoyo afectivo y la seguridad que nos brinda nuestra red de apoyo es fundamental para lograr que las personas tomen decisiones acertadas y le den al dolor un sentido de crecimiento personal.

Las personas de las que nos rodeamos, la contención y el amor que recibimos, son medicina para nuestro espíritu.

Desde que nacemos necesitamos de los demás; nutrimos cuerpo, mente y alma gracias a la existencia de otros. La humanidad es fuerte en su conjunto porque cada ser humano aporta riqueza con su trabajo, sus dones, características y capacidades únicas.

La fuerza de los seres humanos reside en la capacidad que tenemos de unirnos, de organizarnos y de transformar en conjunto.

Los mayores logros que hemos tenido como especie vienen de nuestra capacidad de compartir y expresar el conocimiento, el talento y el arte.

A nivel espiritual lo mejor que podemos compartir es el amor

Del amor todo nace, todo sana y todo fluye. Por eso la resiliencia de una persona no se puede entender sin la ayuda de otras, sin el entorno que actúa para contribuir a sanar y a evolucionar.

El poder del amor, del perdón, de un abrazo, de las palabras de aliento, de la oración, de la unión y de la compasión son elementos sumamente poderosos. No sólo sanan a quien los recibe, sino también a quien los da.

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La humanidad necesita trabajar junta

Existe algo que se llama conciencia colectiva y trata de nuestras creencias y sentimientos compartidos como sociedad; todos somos parte de ella. Lo maravilloso de esta conciencia colectiva es que el trabajo individual nutre al conjunto.

A todos nos ha tocado tener que ser fuertes en algún momento. En estos tiempos tan complejos, espero que encontremos la manera de conectar con los demás: los viejos compañeros, los amigos y la familia.

Normalicemos ser fuertes en lo individual y en conjunto.

No demos por sentada la contribución de nuestra existencia en la vida de los demás. La soledad en las épocas de crisis agrava el sufrimiento.

Busquemos redes de apoyo en las que podamos sentirnos seguros para platicar, reflexionar, crecer y, así, sanar.

Seamos libres de tender la mano y valientes para pedir ayuda. Los seres humanos tenemos un poder maravilloso, amoroso y sanador cuando nos unimos.

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