Todo mundo busca la felicidad, ¿significa que nadie es feliz?
- Diana Sánchez
- 28 dic 2024
- 2 Min. de lectura

Si todo el mundo está en busca de la felicidad, ¿qué significa? ¿Que nadie la ha encontrado? Y si nadie la ha encontrado, ¿significa que nadie es feliz? Estas preguntas, y sobre todo las respuestas, me volaron la cabeza el día que las escuché.
Pensemos en cualquier persona, sin importar el contexto. Todos, absolutamente todos, estamos en una búsqueda constante por encontrar la felicidad de una u otra manera. Algunos lo llaman búsqueda de sentido, otros propósito de vida, pero sin importar cómo la definas, todos los seres humanos actuamos desde esta premisa.
Quizá pienses: "Pero hay personas que parecen ser felices". Y aquí es donde debemos tener cuidado con las palabras que usamos. Sí, hay personas que podríamos identificar como felices, o que ellas mismas se catalogan así. Sin embargo, si esto fuera completamente cierto, la realidad es que no habría más crecimiento para ellas, habrían perdido ya su propósito, no tendrían ningún objetivo que cumplir, y básicamente, estarían iluminadas, sin nada más que alcanzar.
Todos crecemos y actuamos desde la idea de que hay algo que nos hace o nos hará felices, y eso se convierte en nuestro motor. Como seres humanos, nos movemos hacia aquello que creemos que nos hará sentir plenos. Para algunos es el amor, para otros el dinero; algunos se enfocan en la paz interior... En fin, los motivos son variados. Pero, básicamente, esto significa que, en efecto, nadie es completamente feliz. Tenemos momentos de alegría, de placer, de paz, pero no alcanzamos la felicidad plena.
Y esto no es algo negativo ni lo digo desde una postura cínica. Al contrario, creo que entender esto puede ser un gran aprendizaje que aligera la carga que llevamos sobre nuestros hombros. Nadie es completamente feliz, ¡y eso es liberador!
Si quitamos la constante presión de demostrar que somos felices, que hemos encontrado la "fórmula secreta" para validarnos ante los demás, nuestro camino se vuelve más ameno y auténtico. Nuestra perspectiva cambia cuando entendemos que nadie ha encontrado esa fórmula––al menos no aún––y que no hay prisa por alcanzar a nadie. Saber que todos actuamos desde nuestro nivel de consciencia, haciendo lo mejor que podemos con lo que tenemos, incluso cuando no lo parezca, puede darnos mucha paz.
Así que quitemos la prisa, porque lo único que nos queda es disfrutar del camino. Aunque suene a cliché, la verdad es que la vida no se trata de llegar a ningún destino, sino de desaprender, crecer y disfrutar los procesos. Porque no existiría lo bueno sin lo malo. Conocernos de la manera que mejor nos funcione y amarnos tal como somos––quizá ahí encontremos algo de plenitud y paz.
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