Las emociones y la mente
- Erika León
- 22 jul 2021
- 3 Min. de lectura

Psicóloga especialista en Psicoterapia Gestalt y Humanista, Análisis Transaccional, Tanatología, Equidad de Género y en Filosofía clásica y oriental.
Con experiencia de más de 10 años en terapia individual y de pareja.
Conferencista y tallerista de temas de psicología y desarrollo humano, equidad de género, filosofía y desarrollo organizacional.
Podemos entender al ser humano como un todo, integrado por distintos niveles de experiencias.
En primer lugar, consideraremos nuestro cuerpo físico como un recurso necesario para la vida, pues nos posibilita la experiencia en este mundo concreto en el que nos encontramos. Enseguida veremos a nuestro cuerpo emocional que vivimos como emociones, sentimientos, sensaciones o estados anímicos que tiene la misma función: ¡Experimentar la vida! Y finalmente tenemos a la mente, como el componente para la realización a través de los procesos cognitivos que nos permiten procesar la información que nos llega a través de los sentidos.
Así, todos nuestros componentes interactúan de manera extraordinaria cotidianamente y gracias a ella experimentamos y creamos las condiciones que necesitamos para vivir y ser felices.
Una emoción es una capacidad de motivar al organismo para la acción a partir de los estímulos que recibimos de manera cotidiana y cada una de las emociones que experimentamos en todo momento cumple con una función.
La psicología propone distintas formas de comprender nuestras emociones, para lo cual veremos algunas y sus principales funciones.
Cuando percibimos un peligro sentimos miedo y nuestro cuerpo reacciona para ponernos a salvo.
También puede ser que, si no logramos nuestros objetivos, o si recibimos una agresión o transgreden nuestros límites sentimos enojo y nuestro cuerpo reacciona para darnos la fuerza necesaria o bien para defendernos y poner los límites que necesitamos para seguir en la vida.
Si tenemos una pérdida del tipo que sea, sentimos tristeza y nos volcamos al aislamiento y al silencio para pensar mucho acerca de lo que pasó o en muchos otros casos, hablamos constantemente de lo sucedido. Sin embargo, el mucho pensar y mucho hablar, tienen la finalidad de reorganizar nuestra personalidad y promover el cambio hacia la realización de la vida, ahora sin aquello que anteriormente era parte de ella.
Cuando experimentamos logros y realizaciones como manifestación de nuestro propio poder, sentimos alegría y con ella la certeza de que somos capaces, fuertes o competentes para seguir avanzando y creando más o mejores condiciones para vivir.
Finalmente, de la experiencia de la atracción surge el sentimiento del amor. Si nos atrae una persona, un ideal, una obra de arte, la naturaleza, los animales o la divinidad entonces sentimos amor. La experiencia de amor nos lleva a imaginar, a avanzar hacia aquello que nos atrae e incluso a vencer obstáculos y resolver los desafíos que se puedan presentar en el encuentro con aquello que nos atrae.
Así como confiamos en nuestro cuerpo para experimentar y realizar la vida, también es posible y necesario poder confiar en nuestras emociones y en nuestra mente.
Tu mente y tus emociones son un gran recurso para la realización. ¡No son tus enemigos! Son tus aliados y también son tus mejores herramientas.
Cuando estás pasando por momentos emocionales intensos es aconsejable pensar reflexionando sobre lo que está ocurriendo, lo que estás sintiendo al respecto y lo que necesitas para estar mejor. En este proceso van a ir surgiendo desde tu interior las respuestas, porque justo dentro de ti yacen los recursos que requieres para dirigir tu vida hacia donde mejor te parezca.
¡Todo está en ti!
¡Confiar está bien!
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